Que las muletillas no estropeen el brindis

Que las muletillas no estropeen el brindis

¿Qué son y cómo se evitan las muletillas al hablar en público?

Hace unos días Freixenet lanzó su tradicional anuncio navideño, pero acompañado esta vez con unas recomendaciones para evitar las muletillas y superar con éxito el brindis de Navidad: el momento tan temido por tantas personas, que quieren evitar pasar un mal rato.

¿Sabes qué es una muletilla y por qué molesta tanto a quien las escucha? Una muletilla es una palabra o frase que se repite mucho por hábito. La muletilla también conocida como coletilla, latiguillo, bordón, bordoncillo o ripio. No está dirigida específicamente al oyente ya que al no tener contenido informativo directo, el oyente solo percibe que el interlocutor no tiene claro lo que quiere decir y que necesita apoyarse en palabras o expresiones repetitivas para poder continuar hablando, por eso una muletilla representa un tic verbal en la conversación.

En España las más habituales son: «En plan», «o sea», «digamos», «este», «en verdad», «¿sí o qué?», «tú sabes», «hombre»… Todo el mundo es consciente de repetir ciertas muletillas más que otras a la hora de hablar aunque cueste reconocerlo. Por ello, resulta mucho más sencillo identificarlas en los otros.

El comienzo suele ser desastroso: eh, bueno, yo… quería deciros… humm. Y la magia de la Navidad huye despavorida. ¿Qué podemos hacer? Lo primero: piensa antes qué puedes contar. Y lo segundo: elige qué palabras vas a utilizar, especialmente las primeras y las últimas.

3 trucos para evitar las muletillas

Os voy a contar los tres trucos con los que evité, hace ya tiempo, las dichosas muletillas: imaginar el punto final, el consejo de mi profesor de Lengua, y el «3 en 1».

3 en 1, o lo complicado que es formar una frase inteligible

Sujeto+Verbo+Predicado. Y punto. No introduzcas frases subordinadas, que alarguen innecesariamente el final de tu frase. Una frase, una respiración. Punto. Otra frase y vuelta a respirar. No tengas miedo a las pausas: sirven para que quien te escucha pueda terminar de comprender lo que has dicho y se prepare para seguir tu relato.

Si es corta se puede retener, no cansa, es imaginable. En cambio, si introduces elementos subordinados es más complicado unir los elementos y se cae fácilmente en las muletillas con las que pretendes rellenar los huecos y ganar tiempo para buscar la siguiente palabra.

Habla como lees (¡es sencillísimo!)

En 4º de EGB -cuando tenía entre 9 y 10 años-, tuve un profesor de Lengua que organizaba torneos de comprensión lectora. Recuerdo perfectamente sus consejos: «No leáis palabra a palabra sino frase a frase». Con esto quería enseñarnos a mirar la frase completa y, antes de terminar de leerla en voz alta, ver la siguiente frase.

Así hay que hablar: en la imaginación debes tener, al menos, el comienzo de la siguiente frase: el sujeto, el verbo y el predicado. La continuación del relato. De esta manera se evitan las muletillas porque ya sabes lo que sigue y no tienes que pensar en lo que viene a continuación.

La curva de inflexión y el punto final

El verbo es el elemento que expresa e implica una acción. Por tanto es la parte de la frase que debemos expresar con mayor intensidad -con mayor o menor volumen que el resto, en función del clima que queramos suscitar-.

Imagínate la frase como una curva de inflexión, en la que el inicio es el sujeto y el verbo se sitúa en el punto superior. Y de ahí, cae por el predicado hasta el punto que cierra la frase. Cuando digas la frase visualiza el punto final como un punto enorme, insalvable. Ya verás cómo pararás y evitarás las muletillas finales.

Espero que os resulte útil, en primera persona (¡ánimo!) u observando al «elegido» de esta Nochebuena. ¡Feliz Navidad!

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