Una propuesta para mejorar las redes sociales

Cómo crear espacios públicos sanos en las redes sociales

Hace unas semanas me invitaron a participar en un foro de Aceprensa, una revista que analiza tendencias sociales, corrientes de pensamiento y estilos de vida. El tema de mi sesión se titulaba «Participación pública y Redes sociales», que en el fondo trataba sobre el eterno debate de si es posible superar la toxicidad de la conversación en Twitter y otras redes sociales.

Es una experiencia generalizada que el primer acceso a Twitter es desconcertante: tribus, haters, bots y miles de voces intentando capitalizar un trending topic random… Una selva en la que parece que el peligro acecha por cualquier lado.

Ocurre lo mismo en muchos fenómenos sociales: la primera impresión de la foto es borrosa, pero si haces zoom puedes descubrir espacios y detalles mucho más interesantes y amables. Por eso les animé a pasar del trending topic al relevant topic, es decir, olvidarnos de la superficie agitado del mar y sumergirnos un poco.

Cartel de la jornada de Aceprensa, en la que hablé de "Espacios públicos y redes sociales"
Cartel de la jornada de Aceprensa, en la que hablé de «Espacios públicos y redes sociales»

¿Quién es responsable de los espacios públicos digitales en las redes sociales?

La discusión sobre el ecosistema de las redes sociales y quién ostenta la responsabilidad de vigilar las fake news, los ataques y acosos tiene tres vértices, que se pasan la pelota uno a otro constantemente: por un lado se encuentra el poder político, que intenta zanjarlo con leyes y que exige a las empresas de las aplicaciones que adopten medidas.

Las empresas que dirigen las plataformas sociales son el segundo vértice. Las aplicaciones (Twitter, Facebook, Reddit, etc.) normalmente pretenden ponerse de lado y argumentan que la responsabilidad sobre los contenidos es de los usuarios y que ellos se limitan a poner el espacio público para que interactúen.

Los usuarios cierran -cerramos- el triángulo, y tanto los poderes públicos como las aplicaciones les animan a que tengan una mayor conciencia ciudadana, que aprendan por su cuenta a detectar bulos; y se les penaliza si incurren en algún delito o incumplen la normativa de la red social correspondiente.

En la sesión participaban personas de varios países latinoamericanos y de España. Les planteé que, como para ellos es difícil influir sobre gobiernos y empresas, se fijaran en cómo se puede modificar la actitud y uso que las personas hacen de las redes sociales.

Es interesante analizar el comportamiento de las personas ante las pantallas. Por ejemplo, relación con la televisión, con el contenido audiovisual, es pasivo (de hecho se consume sentado o incluso tumbado…). En cambio siempre he pensado que con internet o las redes sociales la relación es pasiva-activa, es decir, clico y consumo, interactúo o participo en una conversación en Twitter.

Pienso que un buen avance sería que llegáramos a un usuario activo-activo, es decir, que participa con un objetivo y un estilo apropiados. Pero, ¿es posible?, ¿cómo educamos a toda una sociedad -o a unos grupos más pequeños- para que su participación pública en las redes sociales sea positiva?

Espacios públicos sanos en las redes sociales

Hace tiempo, gracias a ThinkTech Seminars, leí el trabajo de un grupo llamado New Public que, durante dos años, había investigado qué condiciones deberían tener las redes sociales para que fueran espacios públicos sanos (flourishing digital public spaces). 100 expertos, desde psicólogos hasta urbanistas, pasando por ingenieros, especialistas en comunicación digital, etc., encuestaron a miles de personas y esto es lo que descubrieron: tres puntos de partida y cuatro bloques.

  1. Debemos pensar en la comunicación digital a través del marco mental de los «espacios» porque nos anima a considerar cómo los espacios dan forma a las relaciones, y no sólo al intercambio de información.
  2. Pensar en términos de a qué aspirar, y no sólo qué daños detener. La ausencia de enfermedad no significa necesariamente salud.
  3. Muchos de estos problemas no son nuevos. Los humanos llevan siglos experimentando cómo diseñar espacios públicos que ayuden a los desconocidos a llevarse bien. Aunque la tecnología aporta algunas diferencias cualitativas, es fundamental aprovechar la sabiduría de otras disciplinas.

Cuatro bloques de viviendas para generar un espacio público sano en las redes sociales

Plantearon después cuatro blocks, «bloques de viviendas» (como un pequeño barrio de una ciudad), con los que los usuarios de las redes sociales pudieran sentirse cómodos, interactuar entre ellos de forma saludable y crear espacios de colaboración.

Espacios públicos digitales sanos
Cuatro bloques de viviendas para generar un espacio público en las redes sociales. Fuente: New Public

1. Bienvenida

Es la premisa sobre la que descansan el resto de espacios. Genera unas expectativas para que los usuarios se sumen a un pacto social que asegure el buen funcionamiento de las redes sociales.

La primera responsabilidad de un espacio digital es crear una experiencia en la que la gente se sienta, como mínimo, bienvenida y segura. A continuación deben sentirse lo bastante cómodos y seguros como para quedarse. Para ser verdaderamente público, un espacio debe ser accesible, acogedor y hospitalario. Las cuatro señales básicas de bienvenida nos ayudan a a evaluar si un espacio cumple estos objetivos.

  • Todos están invitados a participar.
  • Se garantiza la seguridad de las personas.
  • La plataforma fomenta la humanización de los demás.
  • Se compromete a mantener segura la información de las personas.

2. Conexión

Este bloque se centra en las conexiones que un espacio digital ayuda a establecer entre las personas: con los recursos y con el poder.

  • Cultivar la pertenencia.
  • Tender puentes entre grupos diferentes y minimizar las cámaras de eco (echo chambers).
  • Reforzar los vínculos locales.
  • Hacer accesible el poder.

3. Comprensión

En este bloque pretendemos asegurarnos de que todo el mundo tenga acceso a información fiable y objetiva, que aumente nuestra comprensión del mundo más allá de nuestras experiencias.

La información relevante sobre nuestro mundo se comunica cada vez más en espacios digitales. Es crucial que esos espacios nos ayuden a dar sentido, juntos, al mundo que nos rodea. No todos tenemos que estar de acuerdo, pero nuestros espacios digitales deben ayudarnos a entendernos mejor y a proporcionarnos un contexto que nos ayude a ponernos de acuerdo sobre la realidad compartida fundamental de lo que estamos viendo y experimentando.

Las señales son:

  • Se pueden exponer preocupaciones comunes.
  • Mostrar información fiable.
  • Fomentar la competencia cívica.
  • Promover una conversación reflexiva.

4. Acción

Aquí se estudia cómo nuestro comportamiento en los espacios digitales se traslada a los espacios físicos y cómo podemos convertirnos en mejores ciudadanos del mundo.

Cuando un espacio público acoge y conecta con éxito grupos dispares, y facilita el acceso al poder al tiempo que promueve la comprensión mutua, nos inspira para actuar, proactiva y reactivamente. Las señales de este bloque tienen en cuenta que lo online se traduce en espacios físicos, inspirándonos a trabajar juntos para apoyar a nuestras comunidades y a las de los demás, y para para convertirnos en ciudadanos más informados y compasivos.

Las dos señales son:

  • Aumentar la resiliencia de la comunidad.
  • Apoyar la acción cívica.

¿Se pueden reparar las redes sociales? El ejemplo de Patagonia

Probablemente sea utópico soñar con que toda la sociedad quiera participar en estos espacios públicos, pero pienso que se puede lograr con grupos. Además, pienso que es una buena manera de fomentar el sentido crítico de las personas para que exijan esas condiciones o las promocionen en aquellos espacios digitales en los que participen.

Hace ya unos cuantos años leí un libro que me ha ayudado mucho. Se trata de Cultural Strategy, en el que Douglas Cameron y Douglas Holmes, que analizaron un marco detallado, apoyado por un conjunto de métodos de análisis cultural, que guía a las empresas para que se conviertan en líderes culturales en sus categorías. Estudiaron los casos de Nike, Starbucks, Ben&Jerry, Patagonia, Jack Daniels…

El trasfondo de su teoría consiste en que los cambios históricos demandan un cambio cultural. Habitualmente esa transformación cultural se encuentra en pequeñas subculturas, grupos de personas con unas convicciones muy arraigadas. Y cuando el conjunto de la sociedad quiere moverse se fija en esas subculturas y se apropia de algunas manifestaciones, aunque no entiendan con profundidad los motivos que impulsan las acciones de esos grupos.

Un ejemplo sencillo es Patagonia. Sus seguidores más fieles veneran a esta empresa de ropa para el aire libre, comercializada como sostenible. De hecho, recientemente Yvon Chouinard donó la empresa para combatir el cambio climático. Fijaos que Patagonia difunde vídeos en el que explican cómo mantener la ropa en buen estado para no comprar innecesariamente, pues en el proceso de producción de la ropa siempre se impacta negativamente en el ecosistema.

Vídeo en el que varias personas cuentan cómo cuidan la ropa de Patagonia para que duré más tiempo

¿Conocéis alguna empresa que anime a no comprar sus productos? Pues bien, cuando se puso de moda la lucha por el cambio climático y muchas personas asumieron su responsabilidad en el cuidado del planeta, su mirada se dirigió a Patagonia, se hicieron clientes, asumieron algunos de sus postulados y prácticas, y difundieron aún más la conciencia de la lucha por el cambio climático.

Esto es lo que me anima a pensar en que se pueden transformar los espacios públicos digitales. Son muy recientes, pero hay enormes bolsas sociales hastiadas del ruido, la mala educación, la inseguridad, las noticias falsas, etc., que se encuentran a diario en las redes sociales.

Si fomentamos una subcultura, unos grupos de personas, que adopten los cuatro bloques y generen pequeños espacios públicos sanos, en algún momento la sociedad -ciudadanos, poder político y empresas tecnológicas-, imitarán los códigos culturales -las conductas- de estos grupos pioneros. Es un sueño, pero merece la pena.

Mientras escribía este post sobre espacios públicos digitales en las redes sociales he escuchado un álbum en el que se encontraba esta nueva versión que U2 ha hecho de Beautiful Day.

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